Los criptoactivos, así como la mayoría de los avances tecnológicos, no aparecen de la nada en nuestra vida diaria. Desarrollar un criptoactivo nuevo implica una inversión considerable de tiempo, recursos y talento humano para ir desde la idea plasmada en una servilleta hasta su lanzamiento de manera oficial.
El tiempo y el talento mayormente lo brindan aquellos que se encuentran detrás de la idea de desarrollo de un proyecto, pero en cuanto a los recursos no todo emprendedor o equipo tiene cantidades de capital ilimitados para todos los gastos que vienen con la implementación de una nueva creación tecnológica. Para estos casos nacen las herramientas de recaudación, mediantes las cuales los terceros que vean potencial en la idea en cuestión, así como quienes tengan interés en formar parte del proyecto, puedan invertir una cantidad de capital que permita a los desarrolladores seguir adelante con su idea.
La herramienta de recaudación más famosa del 2017
Si bien probablemente no tenían claro el por qué de las herramientas de recaudación en la mayoría de los proyectos de innovación tecnológica, tuvieron que haber escuchado en el correr de 2017 de por lo menos una ICO en pro del desarrollo de algún criptoactivo.
Pero entonces, ¿qué es exactamente una ICO? Es una herramienta de recaudación llamada Initial Coin Offering, que en español sería una Oferta Inicial de Moneda, en la que el equipo de desarrollo detrás de algún criptoactivo hace pública una cierta cantidad de tokens de la misma valorados en determinado precio (el precio puede venir dado en otras criptos, como bitcoin, o en moneda FIAT) para sustentar, con esa inversión recibida, el avance del proyecto beneficiando así tanto a los inversores tempranos como a los gestores de la idea.
El problema con las ICOs
Como se resaltó al final del párrafo anterior, la teoría nos indica que una ICO debería ser un ganar-ganar para ambas partes involucradas, tanto aquellos que ameritan el financiamiento como aquellos que se arriesgan a invertir en un proyecto en pañales.
“es un riesgo invertir en una ICO”
Pero allí es donde radica el detalle, es un riesgo invertir en una ICO ya que al hacerlo se está confiando plenamente en que los desarrolladores actuarán tal y como lo dijeron en un principio y tu dinero será utilizado de la manera que se debe y no la que ellos decidan. Comienzan a ver el problema aparecer, ¿no? Tristemente, muchos de los supuestos emprendedores que están detrás de una ICO pintan “pajaritos en el aire” a los inversores, ofreciéndoles un activo que llegará hasta la luna, una cripto que unifica todo los beneficios de las ocupantes del top 10 del market cap y sin ninguna falla o crítica, pero acaban financiando sus vacaciones personales con el dinero de aquellos que confiaron en ellos e invirtieron sus fondos para no ver ni un satoshi jamás.
también conocidas como crowdfunding
Debido a estas constantes estafas llevadas a cabo mediante la implementación de las ICOs, algunos países del mundo, incluso países inicialmente pro-criptos como el caso de Corea del Sur, decidieron prohibir estas prácticas de recaudación de fondos entre el público (también conocidas como crowdfunding) en su territorio.
Entonces, ¿deben desaparecer las ICOs?
La respuesta corta es no. Las ICOs son una herramienta tan riesgosa como necesaria en muchas ocasiones. Lo que sí es cierto es que la manera en que estas se presentan y, más importante aún, la medida en que los usuarios inviertan en estas herramientas debe cambiar desde la base.
“…informarse correctamente sobre quiénes están detrás de la idea”
Los desarrolladores deben respaldar con hechos lo expresado en los whitepapers de sus proyectos, deben mostrar a los inversionistas paso a paso cómo su dinero se ha ido convirtiendo en mejoras para todos (y no, un Tesla Model S del año para el CEO del proyecto no cuenta). Por otro lado, los inversores deben conocer a profundidad el trasfondo de la idea que están financiando, informarse correctamente sobre quiénes están detrás de la idea y que garantías tienen de que el barco en el que se están montando (en el que el timón lo tienen otros, por cierto) llegará a buen puerto.